¿Puede un sueño mejorar la mala praxis? ¿De qué manera ayuda el inconsciente a limpiar la basura del cerebro?
Si no limpiar, por lo menos, sí mejorar la forma de actuar o de ser uno mismo. Existen muchas formas de sacar los miedos, temores, defectos, del interior, como repetimos continuamente. Cuestionando la mala praxis. Y, aunque de manera desagradable, he aquí otro texto de limpieza. Con un sueño medio lúcido.
La mala praxis
Las cucarachas recorrían el cabello, los labios, los ojos, los dedos del rostro de su hijo. Entraban y salía de la boca, de la nariz, de los sueños del niño quien, inocente, respiraba sin darse cuenta de que era mordido, de que los insectos iban defecando sobre él.
Toda la habitación era un nido infecto de blattodea. Sobre el cuerpo de su marido que también descansaba sin temer nada, sin darse cuenta de que en su entorno no se podía vivir. Sobre los espejos, los cristales del armario, la pantalla de la lámpara, sobre la cabecera de la cama, bajo la misma, recorriendo todos los cajones, todas las mesitas y aparadores.
El gato salió huyendo de la habitación. Le resultaba imposible frenar semejante barbaridad.
Así que... despertó.
Se levantó de su sofá y se miró en el reflejo del cristal. Lástima. Qué pena. Otra vez, el animal, tendría que ir a cazar al campo la alimentación necesaria pudiendo conseguirla en casa. Qué angustia.
Poco a poco se acercó al. espejo del recibidor. La verdad es que podía peinarse alguna vez. Pero no tenía ganas. Y cambiarse el traje. Tantos años durmiendo y viviendo con el mismo corte... parecía que su cuerpo no conocía otra manera de ser o actuar si no llevaba ese traje.
Quizás... sí, echándose alguna mascarilla en la cabeza... O acudiendo a la peluquería. Si no costaba tanto echarse algo de tinte en el pelo y cortárselo un poco.
El traje se ceñía a su orondo cuerpo. La hacía más delgada. La falda estaba ajustadísima y sus pies sobresalían del bajo dándole el aspecto de ser una sirena o de tener una cabeza de serpiente con dos dientes que formaban los tacones de sus zapatos.
Casi no se le veían los ojos debajo de aquella cantidad de kohl.
Bueno, iría a recoger insectos y mañana se atrevería a realizar un pequeño cambio.
La sombra alargada de la bombilla parecía dirigirse directamente hacia su rostro.
"'Tranquilas. Ahora os daré de comer".
La víbora miró hacia atrás y se alejó de sus ojos.
Todos los días igual. Todas las noches igual.
Pensó en escribir aquella idea en un papel usado y quemarla después. Pero se encontraba tan agotada...

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